Opinión

27 De agosto de 2009 - Un día histórico

Un proverbio africano dice que, "Hasta que los leones no puedan contar sus propias historias, los cuentos de caza siempre glorificaran al cazador". El cazador ya está en la tele, en la radio, como operador de la señal de cable. Viene estando presente entre nosotros de distintas maneras y con una misma forma, mirada, reinterpretación de la realidad que nos llega por distintas vías que responden a un mismo grupo concentrado de poder mediático.

 

Con el proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual girado por la Presidenta Cristina Fernández al Congreso el mismo 27 de agosto, día en el que se cumplían 89 años de aquella primera emisión radial que realizaran los llamados “locos de la azotea”, fecha que marcaría el nacimiento de la radio, la Presidenta Cristina Fernández envió, lo que parecía no llegar nunca después de 26 años de espera, la posibilidad que un proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual reemplace a la nefasta ley de la dictadura.

 

¿Por qué ha de ser importante que el proyecto que se encuentra en el Congreso se discuta, debata, reformule si ha de ser necesario y se apruebe? Primero porque no puede estar vigente una ley que lleva la firma de Videla, Harguindeguy, Martínez de Hoz. 

Segundo, porque como bien marca Gustavo López en su indispensable artículo “Por qué una nueva ley”, en el caso de la radio y la televisión, se utilizan frecuencias radioeléctricas que son rutas aéreas por dónde navegan los contenidos. Esas frecuencias son un bien de la humanidad que administran los Estados y como son escasas, su administración debe ser democrática.

 

Por eso nuestra Presidenta al decir “este proyecto no es de este gobierno, no es de un partido político, es de la sociedad, es también en nombre de los 118 periodistas detenidos-desaparecidos durante la dictadura, que con su vida dieron testimonio de lo que es el verdadero ejercicio de la libertad de expresión”, decía una gran verdad al referirse a los periodistas desaparecidos que poco le importaban a los medios, sobre todo a Clarín y La Nación, quienes durante la última dictadura cívico militar del 24 de marzo de 1976, levantaban su copa, como la señora Ernestina Herrera de Noble acompañada por Magnetto y Escribano, que brindaban junto a Videla en la inauguración de Papel Prensa.

 

Claro que esa adquisición en Papel Prensa fue adjudicada en los meses que le siguieron al golpe, cuando el banquero David Graiver, por entonces dueño de la empresa, murió en un sospechoso accidente de aviación en agosto de 1976. En noviembre los genocidas les otorgan a Clarín y La Nación sus acciones, que quemaban en las manos de los asustados familiares de Graiver. Pese a ello fueron secuestrados por el mismo poder militar con que las empresas periodísticas cerraron aquel trato. Su contador murió en la mesa de torturas, su mujer fue violada, sus demás bienes confiscados, bajo el cargo de haber hecho negocios con Montoneros. Nada de eso fue informado por los principales diarios que gustosos de ese pacto sangriento con los genocidas, disfrutaban de ese reparto del botín que aún hoy conservan.

 

Pero también es cierto lo que afirmaba Cristina Fernández al expresar que el proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual no es de este gobierno ni de un partido político, ya que desde el año 2004 más de 300 organizaciones sociales, sindicales, de comunicación, derechos humanos, Pymes y otras, suscribieron los 21 puntos impulsados por la Coalición por una Radiodifusión democrática que agrupa a las distintas organizaciones mencionadas. Por lo tanto es una mentira o parte de un grito histérico que solamente puede ser expresado por alguien que va a perder hegemonía, como Clarín, el decir,  titular, o presentar el proyecto de servicios de comunicación audiovisual como “ley de medios K”.

 

LOS PULPOS PIERDEN SUS TENTÁCULOS

 

Clarín, el grupo Uno (constituido por Vila –Manzano-De Narváez), el grupo español Prisa y algunas empresas del interior concentran 360 permisos, licencias, que la nueva ley, de ser aprobada les obligaría ceder. Solamente teniendo en cuenta esto podemos entender el hostigamiento grosero, ya no feroz, porque siempre los medios atacaron a la Presidenta Cristina Fernández, más por sus aciertos que por sus errores, pero lo cierto es que ahora el ataque es grosero. Clarín ha perdido totalmente el rumbo, abandonó el periodismo para defender su voracidad empresarial, y eso tiene una explicación.

 

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