Palabra
que evoca escenas como el placer inocente de saborear chocolates, imitando la
tradición neo-europea proveniente del paganismo que adoraba una liebre como
símbolo de fecundidad. Pero también Pascua evoca imágenes de una cruel agonía
en una cruz sangrante...y quizá, esta última explica la tristeza y depresión
que parecen envolver a la humanidad durante los días que la cristiandad conoce
como Semana Santa.
Podemos
agradecer que el progreso del pensamiento nos lleva a profundizar la causa
verdadera de lo que hasta ahora es aceptado como ritual obligado, o festividad
religiosa, o aún como costumbre social.
El
progreso nos lleva a ahondar más en las palabras y encontrar en el
acontecimiento sagrado, la explicación de este suceso trascendente y crucial
para la historia de la humanidad.
Así,
la Pascua aparece como algo más que una conmemoración o recuerdo respetuoso.
El
sistema metafísico dado a conocer por Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora
de la Ciencia Cristiana, interpreta el mensaje que Jesús ilustró en sí mismo, a
través de su propia crucifixión.
Al
decir “Yo soy la resurrección y la vida”, nos convoca a cada uno a
identificarnos como hijos espirituales de un Dios amoroso que nos habla de vida
eterna.
Él
instó a la humanidad entera, a aceptar
la búsqueda y encuentro de la libertad interior; libertad que abarca todas las
condiciones y circunstancias de la existencia.
En
algunas ocasiones puede ser que la salud esté alterada o manifestando algún
desorden de índole físico o mental, pero comprendiendo que el ser de cada
hombre tiene su origen en el Espíritu, no en la materia o el cuerpo, es posible
restablecerlo sano, a su condición natural, pues es la mente y no ese cuerpo
material el que produce tal condición.
El
concepto de “resurrección”, puede ser visto, además, como un despertar a la
salud y al bienestar completo.
Aún
cuando parece que todo está perdido, la Vida puede sorprendernos con un nuevo
renacer.
Es
necesario superar el impacto de la escena de la crucifixión para encontrar el
trascendente mensaje de la resurrección, que es poderosa para restaurar toda
esperanza.
Este
mensaje puede transformar al mundo, si, paso a paso dejamos que transforme
nuestro corazón y vida diaria.
Podemos
abrirnos paso con las mejores expectativas de que el poder de la Vida, Dios,
hace maravillas.
Reconozcamos
y agradezcamos la Pascua, como el eterno renacer de la esperanza que nunca
perdimos. ¡Que esta Pascua, sea la constante alegría de que todo está bien!
Elizabeth Santángelo
Comité de Publicación de la Ciencia
Cristiana, para Argentina