Desde
sus inicios, el peronismo tuvo entre sus rasgos distintivos la centralidad del
trabajador como sujeto político. “Para nosotros hay una sola clase de hombres:
los que trabajan y una sola clase social: la de los que producen”, afirmaba
Juan Domingo Perón, a la par que reservaba para el Movimiento Obrero Organizado
el rol de columna vertebral. Y fueron los sindicalistas de la vieja guardia
junto con los recién formados en la lucha los que aportaron su experiencia y
vitalidad a la primera coalición peronista que ganó las elecciones en febrero
de 1946.
Pero
también fueron los trabajadores los que adquirieron por primera vez carta de
ciudadanía plena en la República Argentina con las políticas que implementó
Perón, primero como Secretario de Trabajo y Previsión y luego como Presidente
de la Nación. La Constitución Nacional Justicialista de 1949 con la
incorporación de los Derechos de los Trabajadores, significó una reforma
Constitucional revolucionaria siendo el reflejo del Estado de Bienestar que
había tomado cuerpo en nuestra patria.
Pero
como bien señala la Presidenta Cristina Fernández, “las políticas no son
eternas”, y tras el golpe de Estado de 1955 se implementaron con represión
políticas liberales- conservadoras que sometieron al pueblo trabajador
conculcándole aquellos derechos adquiridos durante los casi 10 años de gobierno
peronista.
En
la Argentina actual, desde la recuperación de la democracia en 1983, el trabajo
organizado fue perdiendo peso en la
dinámica política tanto dentro como fuera del peronismo. Y cuando se produjo la
crisis política y social del 2001 muy pocos creían que el trabajo podía ser una
fórmula de inclusión en la vida comunitaria. Incluso no faltaron comunicadores
sociales e intelectuales que afirmaron que los conflictos presentes y por venir
ya no pasaban por las relaciones laborales.
Pero
en el año 2003 con la llegada de Néstor Kirchner al Gobierno nacional, una olvidada consigna
recuperó algo de su viejo valor y es aquella que sostiene que el trabajo es el
camino para la integración social y los trabajadores y sus organizaciones
sindicales, actores centrales de la vida política.
Esta
vocación restauradora de Néstor y de Cristina se reflejó en políticas concreta
de intervención del Estado al servicio de los
intereses obreros: el regreso de las negociaciones paritarias con un
promedio de 1.200 convenios colectivos firmados por año, la reducción de la
desocupación, la dignificación de trabajadores postergados como los peones
rurales y las empleadas domésticas, el aumento con movilidad de las
jubilaciones, el salario mínimo vital y móvil más alto de América Latina,
proyectos de ley enviados al Congreso para combatir y reducir el trabajo
informal. También la Asignación Universal por Hijo representa una forma activa
de distribución del ingreso por parte de la seguridad social, que participa de
esta voluntad de volver a asociar la ciudadanía con el trabajo.
Trabajo
y producción son una alianza estratégica en la última década, en la que la gran
mayoría de los trabajadores han sido participes de las notables mejoras
económicas y sociales que ha vuelto a transformar a la Argentina. Pero todos
estos avances y conquistas logrados debemos protegerlos y afianzarlos para que
los mismos lleguen a la totalidad de todos nuestros compatriotas. En esta
construcción es necesario nuestro compromiso y solidaridad. Y los trabajadores
son parte esencial del proyecto político puesto en marcha en 2003 y no
comparten aquellas medidas políticas extremas disfrazadas de luchas gremiales
que buscan desestabilizar en complicidad con patronales rurales, los grandes
grupos económicos concentrados y las corporaciones mediáticas.
La
militancia, la organización, el diálogo y el debate democrático en paz, son los
caminos a seguir transitando para terminar de consolidar una patria que nos
incluye a todas y a todos. A contramano de viejas recetas de ajuste ortodoxo,
hoy la Argentina puede mostrar al mundo los logros de una estrategia diferente,
trazada por el desarrollo de mecanismos de coordinación entre Estado,
sindicatos y empresas. En este enorme desafío, el rol del movimiento obrero
vuelve a ser prioritario, teniendo siempre presente saber recordar de dónde
venimos para saber muy bien adónde vamos.
Ante
un nuevo aniversario del día del trabajador nuestro abrazo militante con todos
los compañeros y compañeras del estamento social obrero.
(*) Diputado provincial
Presidente
del Partido Justicialista de Pergamino