Enfrentamiento campo-Gobierno

A tres años de la 125, piden “reglas claras” y “previsibilidad”

Miguel Calvo, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina.
Miguel Calvo, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina.

PERGAMINO, Marzo 09 (RamalloCiudad.com.ar) Desde marzo de 2008, cuando –a raíz de la resolución 125/08- se desarrolló el enfrentamiento entre el Estado argentino y el sector productivo dedicado a la producción granaría, mucho se discutió y sin embargo parece que muchas cuestiones aún no están zanjadas.  Quizá la mayor parte del debate ha pasado por la cuestión política, pero, hay interrogantes de corte económico que en definitiva son la base del conflicto y que merecen una reflexión desapasionada y sincera para poder arribar a las profundidades del asunto. Mundocampo solicitó la opinión al respecto de Miguel Calvo, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (ACSOJA)

Calvo comienza el diálogo reflexionando sobre lo que dejó el conflicto de 2008: “se ha demostrado claramente que el complejo agroindustrial es uno de los principales motores de la economía argentina y que de él depende una cantidad enorme de personas -en forma directa o indirecta- por la generación de riqueza y por la mano de obra que genera.  Cuando uno analiza el conflicto de la (Resolución) 125 ve que quedó una sociedad más noticiada de que hay un sector, al que vulgarmente se lo llama campo, pero que es una agroindustria, y que de él depende en gran medida el fortalecimiento de todo el interior del país y que representa el cincuenta y seis por ciento de las exportaciones, o sea que tiene un peso enorme”.

Enseguida el vicepresidente de ACSOJA resalta la necesidad de sacar las retenciones ya que “desde el punto de vista tributario se volvió a una situación que dista de ser buena; en la actualidad persiste un sistema basado en las retenciones que pensamos que es incorrecto porque, al estar aplicado sobre el precio, no representa un castigo sobre la utilidad.  No es como el impuesto a las ganancias sino que está afectando a toda la producción del lote y, cuando por una causa climática no se alcanzan a salvar los costos, este sistema se vuelve un incautador del capital de trabajo; por eso nosotros seguimos sosteniendo -lo hacemos con entidades y con el Estado, a través del ministerio de Agricultura (Ganadería y Pesca) y demás- que hay que buscar en el mediano plazo una sustitución de este sistema porque es realmente lesivo y distorsivo en cuanto a la producción”.

Los márgenes brutos definen la tendencia en cada campaña respecto del área de siembra de cada cultivo.  Un efecto secundario de poner retenciones más altas a la soja podría crear una disyuntiva entre los productores para  volcarse a cultivos sustitutos como el maíz y el girasol.  ¿Considera que es un mecanismo apropiado para regular áreas de siembra? ¿A partir de qué cantidad de hectáreas sembradas la soja se torna “monocultivo”? ¿Se puede medir el efecto negativo de un monocultivo?

-Yo creo que intentar regular superficies a través de un sistema de castigo siempre es muy malo. Uno tiene que tratar de incentivar superficies a través de premios y creo que el mejor premio es dejar actuar a los valores con libertad.  Cuando los precios internacionales de maíz han subido, y lo han vuelto más atractivo, inmediatamente hubo una respuesta: aumentó la superficie de maíz, se utilizó más tecnología, aumentó mucho el uso de fertilizantes; por el contrario, cuando los precios son castigados, deformados o son inciertos, la respuesta se convierte en negativa.  Otro ejemplo es el trigo: afortunadamente este año hubo una producción enorme por razones climáticas pero la superficie no creció lo que debió haber crecido simplemente porque no había un horizonte claro. 

Desde ACSOJA interpretamos que la mejor manera de incentivar la producción -no sólo de soja, sino también de maíz, de trigo, de toda la actividad, es que haya reglas claras y que tengamos un horizonte previsto con tiempo, con tranquilidad.  Argentina tiene una tecnología enorme: la parte de semillería, por ejemplo, ha hecho inversiones millonarias en desarrollo, que no solo se están utilizando acá, sino que se está exportando tecnología argentina a los países vecinos.  Entonces, dejémosla trabajar que creo que es la mejor forma de que la sociedad argentina pueda obtener beneficios de la agroindustria.

Una de las cuestiones más discutidas fue la segmentación de las retenciones.   Para esto es indispensable determinar exactamente a qué se le llama “pequeño productor”.  ¿Con cuál escala económica cree que se debe categorizar a los productores?

Yo discrepo con el concepto de segmentación, creo que las retenciones no deben existir, porque básicamente son impuestos distorsivos.  Hay que buscar la manera de sustituirlas por un impuesto que realmente no sea un castigo sino que, de alguna manera, esté vinculado a la utilidad, entonces ese concepto de segmentación se va a aplicar en forma directa porque el productor que tenga una escala más pequeña, que le pueda generar una utilidad menor, evidentemente va a pagar menos.  Pero un sistema basado en una distribución regular, que establezca una carga, no es interesante, o sea, creo que directamente debe ser sustituido.

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