CAPITAL FEDERAL, Noviembre 21.-(Por Mario Wainfeld ) Sin presupuesto, un bajón. Las consecuencias, un escenario abierto. Papelones opositores, llamadas que no fueron. Una piña y la impotencia. Perplejidad radical. El oficialismo, las encuestas, la sensación térmica. Nueva narrativa opositora. El Gobierno, sujeto a sus resultados.
Muhammad Alí tenía, entre variadas virtudes boxísticas y personales, la de pegar cuando retrocedía. El autodenominado “Grupo A” termina el año parodiando malamente a Alí: pega sin punch y retrocede en desorden. El mamporro de la diputada Graciela Camaño tiene un potencial simbólico: refleja qué lejos quedó “la oposición” de imponer su agenda en el Congreso, de debilitar al oficialismo, de cooptar sus cuadros, de seducir a la opinión pública.
La piña distó de ser lo peor que sucedió el miércoles. Más graves fueron las patéticas “denuncias” multiplicadas por la cadena privada de medios y la negativa a tratar el Presupuesto. El Grupo “A” borró con el codo y el puño sus promesas de productividad legislativa y su compromiso de dar quórum. Terminó enredado en sus propias cuitas.
La diputada cívica Elisa Carrió consiguió su objetivo, que incluía enlodar a sus supuestos compañeros de ruta y envolverlos en su discurso. Los “condujo”, en términos peronistas, a su escenario favorito. Logró gran repercusión periodística, que en estos tiempos viene siendo inversamente proporcional a la evolución de su intención de voto.
Los radicales, que son la segunda fuerza en el Congreso y en las encuestas, se dejaron zarandear por “Lilita” a quien aborrecen pero no se atreven a enfrentar, acaso por no disponer de cuadros tan potentes y convencidos. Iban a dar quórum, se retractaron, después ofrecieron volver al recinto, a condición de modificar el dictamen del oficialismo. De modo implícito, aceptaron cuán chanta (y seguramente inconstitucional) era mocionar un dictamen alternativo, aunque carecieron de la grandeza para sincerarlo. Sus internas afloraron al rojo vivo, debatiendo incluso las reglas pactadas para designar autoridades de bloque.
Ceder ante presiones, privilegiar el internismo son flojas credenciales para aspirar al Ejecutivo. El final de Fernando de
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Un Guinness para los episcopales:La diputada Cynthia Hotton (monobloque del cobismo evangélico episcopal) dio lástima con una denuncia para el Guinness. “Ni murió, ni fue guerrero”, desacreditaba el tango “Chorra”, que se cita sólo como licencia poética. Hotton ni fue llamada ni fue seducida o presionada. Nada probó y su versión, enclenque, terminó con un rechazo de
La pobreza franciscana de la sesión fue sacudida por el piñazo de Camaño. Se trata de una legisladora con experiencia, autodidacta, bien preparada, que estudia los temas a su cargo. Compararla con Hotton o con la tenue radical Elsa Alvarez sería una injusticia. Se sacó, se le fue la mano, cometió un exabrupto violento. No hay por qué demonizarla ni exigir para ella más sanciones que la que merece, que es la pérdida de la presidencia de la comisión. Ocurre que es un ámbito especialmente formal y republicano, que impone un aura de respeto y tolerancia, distantes del descontrol de Camaño. Quizá el juicio del cronista sería más piadoso si se tratara de otra comisión, digamos la de Deportes.
Sus compañeros peronistas del Grupo “A” la defendieron, aludiendo que se desempeña con imparcialidad. El aserto sería adecuado si Camaño hubiera sacudido, ecuánime, a un diputado “A”. O, mejor, a dos, ya que reclaman condición mayoritaria en
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Replay 2010: La “reconducción” del Presupuesto del 2010 dejará al Ejecutivo con a