La Asociación de los Adventistas del Séptimo Día, reconocida por la Secretaría de Culto de la Nación, en la Dirección General del Registro General de Cultos (dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto), no sólo se encarga del fomento religioso, sino que, detrás de su disfraz de “ente de bien público”, se oculta un claro uso de su condición para generar un negocio incalculable a través de la comercialización de sus reconocidos alimentos de la marca “Granix” y la prestación de servicios sin pagar impuestos.
Basta solamente con chequear los datos que la propia Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) nos brinda: renglón seguido de la actividad principal de “Servicio de Organizaciones Religiosas” (919100) encontramos como actividades secundarias la elaboración de alimentos a base de cereales, elaboración de galletitas y bizcochos, servicios de internación, entre otros. Para abundar más aún, sólo debe tomarse nota de las más de 100 marcas que la Asociación de Adventistas del Séptimo Día tiene registradas a su nombre, resaltando algunas de las más populares en las góndolas de las galletitas bajo el paraguas de: “Naturalmente Granix”, a saber: las dulces “Frutigran” (en varias versiones), “Granagua Sandwich” y su similar de “Salvado”.
Resulta ser un buen negocio el servicio de organizaciones de culto, ya que permite tener una de las marcas líderes en la venta de galletitas y sin devolver un sólo Peso en impuestos.
Cabe mencionar que en la Agencia Nº 6 de la AFIP ubicada en la avenida Luis María Campos al 100 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires figura la inscripción de la Asociación de Adventistas del Séptimo Día. En dicha resolución se indica que “el presente certificado acredita que la entidad solicitante posee reconocimiento de exención en trámite ante la AFIP, sujeta a posterior aprobación por el organismo”.
“Mientras la presente solicitud se encuentre en trámite y no exista pronunciamiento expreso por parte de la AFIP, la entidad no deberá ingresar el Impuesto a las Ganancias, y no será pasible de las retenciones y/o percepciones en el Impuesto a las Ganancias y/o en el Impuesto al Valor Agregado, quedando supeditado el pago del tributo a la resolución por parte del Fisco de la solicitud de reconocimiento presentada”, aclara la Agencia Nº 6 en dicha resolución..
Esta situación, evidentemente injusta para el resto de los competidores en el mercado de galletitas, y que los coloca en una posición de desventaja, no es desconocida por la propia AFIP, que no sólo publica las actividades a la que realmente se dedica la Iglesia de los Adventistas, sino que peor aún reconoce y permite esta situación, ya que habilita a esta organización a gozar de las exenciones mencionadas en los primeros párrafos en su Registro de Entidades Exentas (art 20 de la ley del Impuesto a las Ganancias) aunque lo hace de manera “provisional” desde el año 1995.
La propia Resolución General que crea el Registro citado prevé quitar o dar de baja la exención cuando “se comprobaren irregularidades en los antecedentes y/o documentos que dieron lugar al trámite, en el objeto social declarado atendiendo a su forma jurídica o por no resultar acorde con dicho objeto su funcionamiento institucional y operativo” (art. 23 RG AFIP Nº 2681/2009). Es clara la actitud del Fisco de dar vía libre a esta situación de deslealtad comercial, porque cuenta con la potestad para evitar que ocurra y hace ya más de 15 años no lo hace.
No sólo es la AFIP quien deja que esta distorsión de la competencia ocurra, porque el control no sóo es Fiscal, si no que recae en el ámbito de la Secretaria de Comercio del Ministerio de Economía, quien debe actuar ante conductas que pretendan obtener deslealmente ventajas competitivas significativas, tal cual es el caso de la evasión fiscal. (Ley 25.156 - Antitrust).
La connivencia e inacción de la AFIP y la Secretaria de Comercio, ambas con amplísimas facultades de control y sanción, junto con el uso del fomento de la actividad religiosa como un velo detrás del cual se esconde una evidente evasión fiscal y competencia desleal, hacen del culto un negocio redondo.