La
Pascua evoca escenas como el placer inocente de saborear chocolates, imitando
la tradición neo-europea proveniente del paganismo que adoraba una liebre como
símbolo de fecundidad. Pero también la Pascua evoca imágenes de una cruel
agonía en una cruz sangrante...y quizá, esta última explica la tristeza y
depresión que parecen envolver a la humanidad durante los días que la cristiandad
conoce como Semana Santa.
Podemos
agradecer que la evolución del pensamiento nos lleva a profundizar la causa
verdadera de lo que hasta ahora es aceptado como ritual obligado, o festividad
religiosa, y aún como costumbre social.
Es
encontrar en el acontecimiento sagrado, la explicación de este suceso
trascendente y crucial para la historia de la humanidad.
Así,
la Pascua aparece como algo más que una conmemoración o recuerdo respetuoso.
Mary
Baker Eddy, pionera de un sistema de curación en el Siglo XIX, interpreta el
mensaje que Jesús ilustró en sí mismo a través de la resurrección, como el
proceso de la “espiritualización del pensamiento, de una idea nueva y más
elevada de inmortalidad”.
Convoca
a identificarse con la fuente inagotable de la Vida y a aceptar la búsqueda y
encuentro de la libertad interior; libertad que abarca todas las condiciones de
la existencia.
En
algunas ocasiones puede ser que la salud esté manifestando algún desorden de
índole físico o mental, pero comprendiendo que el ser de cada hombre tiene su
origen en el Espíritu, no en la materia o el cuerpo, es posible restablecerlo
sano, a su condición natural, pues es la Mente y no ese cuerpo material el que
produce la salud.
El
concepto de “resurrección”, puede ser visto, además, como un despertar a la
salud y al bienestar.
Aun
cuando parece que todo está perdido, la Vida puede sorprendernos al sentirnos renovados,
dejando atrás la rutina y el estancamiento.
Es
necesario superar el impacto de la escena de la crucifixión para encontrar el
trascendente mensaje de la resurrección, que es poderosa para revivir toda
esperanza.
Este
mensaje de plenitud puede transformar al mundo, si, gradualmente permitimos que
transforme el corazón y vida diaria de cada uno.
Podemos
abrirnos paso con las mejores expectativas de que el poder de esta Vida logra
maravillas, brindando paz interior y salud.
La
Pascua de resurrección, es el renacer de la esperanza que nunca perdiste, es
sentir la constante alegría de que todo está bien!
(*)
Integrante del Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana, para Argentina.
Argentina@compub.org
@elisantangelo1