Opinión

El pesado almanaque de la historia

Néstor Carlos Kirchner (1950-2010).
Néstor Carlos Kirchner (1950-2010).

Por Ricardo Gorostiza (*), especial para RamalloCiudad

La noticia de su muerte fue algo inesperado, nos llegó brusca, salvajemente fría y realista. Se nos fue desde la misma tierra que un día lo vio nacer, se nos fue con la vertiginosa y repentina luminosidad de “un rayo fulmíneo”. Néstor Carlos Kirchner había emprendido un largo viaje sin regreso; yo lo sabía, y por eso me sentí muy triste. El pueblo, nuestro pueblo lloraba en su muerte a uno de los últimos Líderes que en esta década haya tenido el peronismo y el Movimiento Nacional y Popular. Esa fue mi visión de las primeras horas de un día que me resultará poco menos que inolvidable. Como un militante más, tan solo a horas del “vuelo” emprendido quiero hoy recordar la figura de este hombre campechano y sencillo, muchas veces algo transgresor. Poseedor de un estilo diferente que lo hizo transformar en epopeyas todas y cada una de las políticas que implementó para posibilitarle a nuestro país emerger de aquella verdadera debacle del 2001; para llevarnos a esta Argentina que desde el inicio de su mandato en 2003 no ha detenido su proceso de transformaciones en pos de las metas que nos propuso.

Inició ese camino un 25 de Mayo de 2003 y en la puerta misma de la Casa Rosada nos manifestaría: “no dejaré mis convicciones”. El pueblo iniciaba de su mano el esperanzado camino de los sueños; esos mismos por los que una gran parte de nuestra generación ofrendó su vida.

Ése es el Néstor Kirchner que hoy quiero recordar; el que vino para reinstalar en el escenario de la patria un puñado de sueños truncos que se frustraron en la larga lucha que libramos por la verdad y la justicia. De su mano, las lejanas utopías setentistas se transformaron en proyectos realizables, en sueños posibles.

Él tuvo el coraje de transformar un paradigmático lugar de desapariciones y tortura como fue la “ESMA”, convirtiéndola en Museo de la Memoria.

Ingresé a ese lugar junto a muchos de los ex detenidos y pude observar sus rostros ensombrecidos por la tristeza de los recuerdos. Pero en el brillo de sus ojos también pude advertir una luz de esperanza.

Néstor Carlos Kirchner propuso e impulsó cambios radicales en nuestra política de defensa, de manera tal que hoy contamos con Fuerzas Armadas diferentes, democráticas y por primera vez en nuestra historia totalmente subordinadas al poder político de la Nación. El gesto más elocuente de esto, fue la orden que desde su alta investidura de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, impartido al General Roberto Bendini para que procediera a la inmediata remoción de los cuadros de los genocidas Videla y Bignone, orden  que el perturbado Comandante del Ejército debió cumplir en persona y sin hesitar.

Para muchos quizá se trató de un hecho trivial y de escasa importancia pero fue suficiente para definir con meridiana claridad que su estilo era un estilo diferente; se perfilaba la esencia de la política de Derechos Humanos más importante que nuestra historia registra. Solía decir en sus encendidos discursos aludiendo a las “Madres de la Plaza”: “yo siento que soy hijo de esas Madres”. Reafirmó una vez más nuestra vocación soberana desde la “Cumbre de las Américas” en Mar del Plata, cuando junto a los presidentes de la región, el premier del imperio, George Busch, debió sepultar definitivamente las oscuras aspiraciones del A.L.C.A., agresiva política de exclusión y entrega de nuestros recursos. Gesto que fue acompañado por países hermanos como Brasil; Bolivia; Uruguay; Venezuela; Paraguay y Ecuador; que como clara contrapartida y expresión de pleno rechazo al imperio deciden profundizar las políticas de intercambio del “Mercosur”. Como Secretario General de la Unasur, iniciaba Néstor Carlos Kirchner el firme y decidido camino hacia la reconstrucción definitiva de la “Patria Morena Latinoamericana”. Reavivando los sueños ya lejanos de José de San Martín; Simón Bolívar y Juan Domingo Perón.

Absolutamente convencido de la vigencia de este Proyecto Nacional y Popular que en vida encarnara Néstor Carlos Kirchner junto a muchos Argentinos he sido franco testigo de la reaparición de las “paritarias” en la mesa de discusión de los trabajadores y de la liquidación del infame negocio de las AFJP recuperando para el Estado el control de la previsión social. Tal como sucede en la mayoría de los países civilizados del mundo; reorientando sus recursos en bien de los trabajadores activos y pasivos, apuntalando la producción y la generación del empleo genuino. Es mucho más lo que podría plasmar en estas pobres líneas acerca del hombre que al igual que otros grandes de nuestra historia patria estará, seguramente, ocupando los fastos de su “pesado almanaque”. Seguramente que alguna de sus acciones no ha sido del todo buena y habrá muchos compatriotas que se manifestarán en desacuerdo. Lo cierto es que este camino que él inició y señaló no se detendrá. Mientras con mi convecino y amigo, Embajador Argentino en Paraguay, Rafael “Balito” Romá, caminábamos por la histórica plaza entre jóvenes, jubilados, trabajadores y dirigentes, tratábamos de explicarnos las razones del Fenómeno Kirchner. Al día siguiente cuando por fin nos detuvimos frente a él en la Capilla Ardiente, ya no quedaban dudas. El militante, el dirigente que había recuperado la credibilidad de la política podía ahora descansar en paz. Los miles y miles de argentinos acongojados que desafiaron las inclemencias del tiempo en interminables horas de espera para tributarle el último adiós; fueron el más claro e incontrastable ejemplo de fidelidad popular.

 

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