El ánimo belicoso del Gobierno nacional contra algunos sectores sociales ya no constituye una novedad. Los kirchneristas ya se han peleado públicamente con
Pero la última pelea que impulsan desde
Fue una escena realmente dantesca la que construyeron los piqueteros y legisladores del oficialismo cuando salieron a criticar a las estrellas del jet set como si fuesen referentes políticos de nivel, con capacidad para hacer movidas desestabilizadoras.
Una vez más, con los acontecimientos tragicómicos que tuvieron lugar en la semana que pasó, se puso de manifiesto que el Gobierno nacional muestra una preocupante ausencia de materia gris. Pareciera ignorar que las universidades están abarrotadas de profesionales y científicos de primer nivel que podrían aportar algunas propuestas superadoras en las más diversas áreas, lo que al menos le daría cierto impulso renovador a la gestión.
En cambio, los K optan por rodearse con cada vez más aplaudidores y obsecuentes. No hay funcionarios en el gabinete que propongan caminos alternativos ni planes estratégicos para encarar los desafíos del presente. Por ejemplo, no hay prácticamente definiciones sobre cómo se va a encarar la crisis energética en un verano que se avecina muy caluroso, ni tampoco se planteó iniciativa alguna para combatir la inflación que, según los especialistas, volverá a ser un problema de peso en 2010. Otro tema ausente en la agenda oficial son las grandes dificultades que existen para acceder a créditos por parte de aquellos sectores que, como las pymes, podrían dinamizar la producción y crear empleo.
En materia social, el Gobierno pareciera conformarse con la implementación de la asignación universal que permitirá que cada padre o madre desocupado pueda tener un ingreso de $ 180 por hijo. Si bien se trata de una medida positiva, que se debería haber implementado hace tiempo, existen muchas dudas que los kirchneristas aún no pueden despejar: resulta cuanto menos peligroso que ese programa se instrumente con los fondos previsionales que son aportados por los propios trabajadores y cuando casi el 80% de los jubilados perciben haberes de $ 800, que los condenan a la pobreza.
Difícilmente una familia podrá salir de la exclusión social con $ 180 por hijo: la solución, en todo caso, tendría que pasar por instrumentar programas tendientes a que los padres de esos niños puedan tener empleos genuinos, con sueldos dignos. Y ello no ocurrirá hasta tanto no exista un programa estratégico de desarrollo que incentive la producción con valor agregado, lo que demandaría intensivamente mano de obra.
El asistencialismo por sí solo de poco sirve para combatir las causas estructurales de la pobreza, y más si sigue incentivando el clientelismo político. La administración K aún no puede explicar cuál es la razón para que el pago del 80% de la asignación universal no esté bancarizado. Y la razón hay que encontrarla, indudablemente, en que ese dinero seguirá siendo manejado por intermediarios, es decir, punteros políticos.
Crispación en ascenso
Más allá del intento pacificador de Cristina cuando decidió suspender el acto en Plaza de Mayo, organizado por Moyano y Luis D’Elía, está claro que la estrategia de gran parte del Gobierno sigue siendo aumentar la crispación y los antagonismos.