RAMALLO, Septiembre 17.-(www.RamalloCiudad.com.ar) Una infernal balacera convirtió hace diez años a la localidad bonaerense de Ramallo en el epicentro de todas las crónicas policiales:
Luego de una extensa y mediatizada jornada, a las 4 de la madrugada del viernes 17 de septiembre de 1999 fueron asesinados Carlos Chaves, gerente del banco; Carlos Santillán, el contador de la entidad, y Javier Hernández, uno de los asaltantes.
En el interior del vehículo además estaban la esposa de Chaves, Flora Lacave, y los otros dos asaltantes, Carlos Martínez y Martín Saldaña, quienes lograron salir con vida. Las pericias posteriores demostraron que 46 de las balas impactaron en el auto a la altura de los cuerpos y sólo una lo hizo en una de las cubiertas, lugar al que los uniformados deben disparar cuando hay posibles víctimas.
Apuntaban al tesoro
El día anterior, a las a las 7.55, Carlos Chaves abrió la puerta para atender al cartero Fernando Vilches y fue sorprendido por Javier Hernández, Martín Saldaña y Carlos Martínez que ingresaron para robar el tesoro del banco. A partir de ese momento, el gerente y el cartero; más el contador Carlos Santillán, los empleados Ricardo Pasquali y Diego Serra y la esposa del gerente, Flora Lacave, se transformaron en rehenes.
El instante en que los tres asaltantes entraron al banco fue observado por una empleada del cable local que pasaba por la puerta, quien dio aviso inmediato a
El lugar fue rápidamente rodeado por patrulleros y uniformados a la vez que el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzzo, se transformaba en el jefe a cargo del operativo para negociar con los delincuentes.
Antes del desastre
Mientras todo el país miraba por televisión lo que sucedía, no hubo grandes avances en la negociación durante más de doce tensas horas hasta que a las 21 fueron liberados los primeros dos rehenes -Diego Serra y Fernando Vilches- y, cuatro horas después, Ricardo Pascuali se convertía en el tercer liberado.
A las 4.08 de la madrugada, cuando la situación parecía que iba camino a una resolución, se abrió la puerta del garaje del banco y se asomó el Polo verde del gerente con las seis personas que se encontraban en el interior de banco.
Al volante estaba Carlos Chaves, con un pan de explosivo trotyl en el cuello; en el asiento del acompañante iba uno de los asaltantes -Javier Hernández- y en las butacas traseras los otros dos. Los otros rehenes, Carlos Santillán y Flora Lacave, estaban sentados adelante y atrás a modo de escudo humano.
Ráfaga de balazos
El auto comenzó a moverse y el juez dio la orden de "no disparar" a los 200 policías, entre ellos los equipos especiales del Grupo Especial Operativo (GEO) y el Grupo Halcón, que se encontraban apostados a los costados.
El Polo aceleró y cuando llegó a la mitad de cuadra una ráfaga de más de 120 balas en 20 segundos cubrieron de estruendo y espanto la madrugada de Ramallo.
Algunas de las 46 balas que acertaron al vehículo terminaron con la vida de Chaves, Santillán y Hernández, hirieron a Lacave y Martínez y sólo resultó ileso Saldaña