La provincia

Ya nada será igual

LA PLATA, Octubre 10.-(Por Marisa Alvarez) Si el conflicto que Néstor Kirchner abrió en su relación con Daniel Scioli por el reproche de "las manos atadas" se convirtió en el factor de más alto impacto político en mucho tiempo, la "reconciliación" que el ex Presidente impulsó en la semana que pasó no pareció, en cambio, hacer mella en el nuevo estado de cosas que generó en el peronismo bonaerense justamente aquel reto.

 

Fue Kirchner quien propició el reencuentro con una invitación al Gobernador a tomar café en Olivos. De esa reunión de una hora a solas, el ex Presidente salió decidido a enviar a la dirigencia oficialista provincial señales de recomposición de su relación con Scioli. Un día después, en un acto en Lanús, habló afectuosamente del Gobernador y le prometió "la ayuda" del gobierno nacional para combatir la inseguridad.

 

Scioli, por su lado, también dio una señal fuerte. Aceptó integrar el nutrido lote de gobernadores que acompañó a Kirchner en el acto de rechazo a la orden de la Corte Suprema de reposición del ex procurador de Santa Cruz Eduardo Sosa, un hombre al que el propio Kirchner había echado del cargo 14 años atrás.

 

Los observadores coinciden en que la reunión sirvió, en definitiva, para aportar distensión a una relación que había quedado seriamente dañada y que amenazaba con tener efectos institucionales. De hecho, desde el reto, en la administración de Scioli se esperaban con una ansiedad mayor a la habitual -y algún temor- los giros de fondos que, por diversos conceptos, debe efectuarle diariamente la Nación a la Provincia.

 

Sin embargo, dirigentes del peronismo entienden que el efecto de fondo que generó el cortocircuito no pudo ser reparado con el café y la charla de Olivos y permanece intocado. Y van más lejos. Creen en ese universo que ya nada volverá a ser igual entre Scioli y Kirchner ni entre el ex Presidente y, justamente, los referentes del oficialismo bonaerense encabezados por los intendentes.

 

NI CON LA GOTITA

 

Quienes conocen en profundidad al Gobernador sostienen que el episodio del reto público quebró en Scioli, de manera irreparable, alguna cuerda íntima de su relación con Kirchner. "Perdió la confianza en que su lealtad tenga algún valor en el trato y en las decisiones que toma" el ex Presidente, consideran.

 

Por lo pronto, el Gobernador decidió, nítidamente, no sólo no ocultar más sus diferencias de estilo y criterio con el jefe nacional del PJ sino profundizarlas. Hablar y sacarse fotos con adversarios políticos (sobre todo de Kirchner) y no participar de las embestidas del ultrakirchnerismo que no comparte contra sectores sociales -como las que periódicamente fogonean la Casa Rosada y Olivos contra medios y periodistas, empresas, la Iglesia, la Justicia- forman parte de las "diferenciaciones" que Scioli resolvió sostener y subrayar. De hecho, apenas aceptó asistir al acto de Santa Cruz, el Gobernador se ocupó de que quedara públicamente en claro que iría "para rechazar una eventual intervención" de esa provincia "pero no para cuestionar a la Corte, por la que siente el mayor de los respetos".

 

Cerca de Scioli definen con sutileza la situación. "El café en Olivos sirvió para acortar la distancia que se había instalado entre ellos y 'normalizar' la relación, pero desde un nuevo punto de equilibrio", dicen.

 

Pero el gran tema en el oficialismo es que el episodio del reto no sólo quebró "algo" en la relación con Scioli que pareciera no poder arreglarse con "la gotita", sino que también abrió una compuerta en el vínculo político entre Kirchner y los intendentes y otros referentes del peronismo bonaerense, por la que empezaron a colarse críticas en voz alta a su conducción y diseños de escenarios electorales que, en desmedro de Kirchner, ahora tienen como eje una hipotética candidatura presidencial de Scioli (ver inf. en Primera Sección de esta edición).

 

PUNTO DE INFLEXION

 

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