Práctica

Hipertensión y ejercicio físico

Por Federico Rossi, profesor de Educación Física. U.N.L.P, máster en actividad física y salud

La hipertensión arterial (HTA) es el factor de riesgo más importante relacionado con la morbimortalidad cardiovascular. Tanto los valores de la presión arterial sistólica (PAS) como de la diastólica (PAD) influyen en esa relación. Así, por cada 20 mmHg de diferencia en la PAS o 10 mmHg en la PAD, aumenta hasta el doble de mortalidad por ictus o por enfermedad coronaria.

La hipertensión arterial es más frecuente en hombres que en mujeres antes de los 60 años, invirtiéndose esa relación para edades más avanzadas. La (HTA) es el producto de la interacción de factores genéticos e influencias ambientales y se clasifica genéricamente en hipertensión arterial esencial y la hipertensión arterial secundaria.

La hipertensión esencial se categoriza cuando se excluyen todas las posibles causas conocidas de hipertensión arterial y corresponde al 95% de todos los casos de hipertensión arterial. 

En el desarrollo de la hipertensión arterial esencial, la influencia genética es muy relevante, habiendo reconocido varios genes implicados. Esto abre una puerta para el abordaje futuro de la prevención y tratamiento de la hipertensión arterial. Están identificados los factores ambientales o externos que se asocian con la hipertensión arterial:

1. Obesidad. 

2. Resistencia a la insulina. 

3. Alto consumo de alcohol.

4. Elevado consumo de sal en personas susceptibles. 

5. Edad avanzada.

6. Hábitos de vida sedentarios. 

7. Estrés.

8. Bajo consumo de potasio.

9. Bajo consumo de calcio.

La hipertensión secundaria es potencialmente curable si se elimina la causa que la provoca. La etiología más frecuente está en la enfermedad renal. Otras causas frecuentes hacen referencia a alteraciones en la función de las glándulas adrenales o tiroides.

El tratamiento de la hipertensión arterial tiene dos vertientes principales. Por un lado, el tratamiento farmacológico, base principal del tratamiento médico. Y por otro lado, el tratamiento no farmacológico, en el que la actividad física, el ejercicio y el entrenamiento tienen un importante papel junto con otras modificaciones del estilo de vida.

El tratamiento farmacológico puede iniciarse con monoterapia en dosis progresivas, aunque un único fármaco sólo controla un 30% de los pacientes con hipertensión arterial, siendo necesaria, en la mayoría de los casos, la asociación de varios medicamentos. Existen cinco grupos farmacológicos básicos, diuréticos, betabloqueantes, inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina II, antagonistas de los receptores de la angiotensina II y antagonistas del calcio.

Por otra parte, la modificación del estilo de vida es obligatorio en los pacientes pre-hipertensos e hipertensos, estén o no bajo tratamiento farmacológico. Un estilo de vida saludable disminuirá otros factores de riesgo, reducirá los valores de presión arterial y en muchos casos permitirá la atenuación de las dosis de fármacos. Los hábitos de vida a modificar hacen referencia a restricción de sal, limitación del consumo de alcohol, reducción del peso corporal, supresión del tabaco, dieta sana y equilibridad y ejercicio físico.

El ejercicio físico regular provee beneficios adicionales que incluyen el descenso de peso corporal, mejora de la sensibilidad a la insulina, reducción de factores de riesgo cardiovascular, etc.

El entrenamiento aeróbico

Distintos estudios han demostrado que la realización regular de ejercicio aeróbico o tener altos niveles de consumo máximo de oxígeno (VO2 Max) protege de alguna manera el desarrollo futuro de la hipertensión arterial. Por otra parte, existe una importante evidencia de que el entrenamiento aeróbico, incluso el de baja intensidad, reduce la presión arterial de reposo, así como la presión arterial durante el ejercicio, tanto en normotensos como en hipertensos, independientemente del género.

Es importante reseñar los efectos inmediatos en el descenso de la presión arterial que se obtienen en las siguientes 24 horas de realización de una sesión de entrenamiento aeróbico. 

El descenso atribuible al ejercicio físico en pacientes con hipertensión arterial es de aproximadamente 7-6 mmHg. Esta disminución es de gran importancia clínica en estos pacientes, calculándose que por cada reducción de 5 mmHg en la presión arterial sistólica se reduce la mortalidad por cualquier causa.

Los resultados de diferentes estudios señalan que el entrenamiento aeróbico es uno de los principales con el objetivo de reducir los valores de presión arterial en pacientes hipertensos.

Entrenamiento de fuerza

El entrenamiento de fuerza resistencia se recomienda en estos pacientes como parte de una estrategia global de ejercicio. Trabajar con cargas moderadas a velocidades medias, con especial atención en el ritmo de la respiración adecuada a la realización del ejercicio, evitando la maniobra de valsalva. Las grandes resistencias o cargas deben evitarse en estos pacientes.

Algunas consideraciones especiales en el programa de entrenamiento:

Con el tratamiento farmacológico, uno de los fármacos utilizados en el tratamiento de la hipertensión arterial son los betabloqueantes. Estos reducen la potencia aeróbica máxima y la frecuencia cardíaca, por lo que es preferible utilizar la percepción subjetiva del esfuerzo frente a la frecuencia cardíaca para controlar la intensidad del esfuerzo. Los beta bloqueantes afectan a la termorregulación, circunstancia a tener en cuenta cuando el ejercicio se desarrolle en ambientes calurosos facilitando una adecuada hidratación. Los diuréticos reducen el volumen plasmático y también afectan a la capacidad del ejercicio, especialmente en las primeras semanas del tratamiento, lo que obliga a un especial cuidado con las pautas de hidratación antes, durante y después del ejercicio.

La finalización de la sesión de ejercicio no debe ser detenida bruscamente debido a que puede ocasionar un descenso de la PAS que podría provocar un síncope. Algunos fármacos anti-hipertensivos pueden exacerbar ese efecto.

Síntomas durante el ejercicio:

Si los pacientes refieren dolor u opresión en el pecho, palpitaciones o disnea durante la sesión de ejercicio, se deberá interrumpir el entrenamiento y remitir al paciente a su médico.

La prescripción del ejercicio

El programa consta de entrenamientos de resistencia aeróbica, de fuerza y flexibilidad. El ejercicio aeróbico debería ser diario en estos pacientes, la percepción subjetiva del esfuerzo debería ser entre 12 y 13 en la escala de BORG, o una frecuencia cardíaca correspondiente al 70-80% de la máxima. 

Hay que tener en cuenta el valor que cobra la percepción subjetiva del esfuerzo en pacientes con tratamientos farmacológicos con beta bloqueante, ya que estos fármacos distorsionan la respuesta hemodinámica al ejercicio. 

Debería tener una duración entre 30 y 60 minutos y hacer hincapié en grandes grupos musculares, por lo que caminar, trotar, correr, remar, nadar, pedalear, están indicados en estos pacientes.

El entrenamiento de fuerza debería ser respecto a las cargas recomendadas para los enfermos cardiovasculares. Se deben utilizar cargas en torno al 50-60% de un MR como una norma general.

Es muy conveniente la evaluación de la presión arterial durante la ejecución de sesiones de fuerza aisladas. Y es obligatorio evitar la maniobra de valsalva durante el entrenamiento. Mediante una correcta ejecución de los ejercicios asociados a un control de la respiración. Una frecuencia de 2 sesiones no consecutivas a la semana. Y respecto a las cargas se recomienda una intensidad aproximada del 50-60%. Estimando 1 MR desde la evaluación inicial de 10 repeticiones máximas. Para los distintos grupos musculares. De 10 a 15 repeticiones por serie. Incrementando progresivamente a lo largo del tiempo del entrenamiento. De 1 hasta 3 series. 

En cuanto al reposo entre series se recomienda al inicio unos 45 segundos, reduciendo gradualmente este periodo hasta los 30 segundos. Los ejercicios de flexibilidad y equilibrio:

1) Para mantener y mejorar la actitud articular.

2) Para mejorar el equilibrio y la marcha. La frecuencia de realización será de 2 días por semana. Puede coincidir con el final de la sesión del ejercicio aeróbico o de fuerza.

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