Ratas pululando por los hospitales públicos; niños siendo derivados a distintos nosocomios por no poder ser internados por la falta de higiene y el alto riesgo sanitario al que estaban expuestos; una sociedad cada vez más conmovida por una ola de inseguridad que no da tregua, a lo que se le suma la bronca por el caso Pomar; el advenimiento de una jubilación masiva de agentes en el Estado bonaerense para recortar gastos. Estas fueron algunas de las tristes escenas que se pudieron ver en la semana que pasó. Pero tanto a nivel nacional como provincial los principales temas de debate y preocupación de la clase política volvieron a ser cuestiones que en nada contribuyen a mejorar los problemas diarios que padece la sociedad.
Así es como en el Congreso nacional la discusión volvió a centrarse en la pelea por las comisiones parlamentarias y las reminiscencias de la ley de Medios, un debate que es positivo que se dé dentro del ámbito legislativo pero que no puede convertirse en la principal prioridad cuando existe un país con niveles de pobreza e indigencia que cada vez se tornan más alarmantes.
Algo similar ocurrió en la provincia de Buenos Aires, donde los debates de las últimas semanas, en
Nada prohíbe a los legisladores de la oposición salir de esta mediocridad y empezar a plantear proyectos verdaderamente estratégicos, ante la falta de materia gris que desde hace tiempo afecta al Gobierno nacional y que, a esta altura de los acontecimientos, parece irreversible.
Por el momento, el recambio legislativo de poco y nada está sirviendo para modificar el estado de inanición que ha provocado el Gobierno K.
La cruda realidad
Pese a que gran parte de la clase política pareciera moverse en otra dimensión, la realidad golpea con fuerza en la principal provincia del país. La administración que encabeza Daniel Scioli tuvo una semana para el olvido, colmada de trascendidos y operaciones internas relacionados con los cambios de gabinete. La frutilla del postre fue puesta el viernes último con las renuncias de José Scioli y del ministro de Salud, Claudio Zin, a quienes podrían seguirles otros funcionarios provinciales antes de fin de año.
En las sombras está la figura omnipresente de Néstor Kirchner, que se ha obstinado en bloquear todo signo de independencia del gobierno provincial, utilizando para ello el poder que da el manejo de caja: la salida de Pepe Scioli, más allá de haber sido una decisión personal, es imposible separarla del juego de presiones que realiza el kirchnerismo ortodoxo. Sólo basta con recordar que el pago del aguinaldo a estatales, docentes y policías depende de los recursos, que aún no llegaron, de
La salida de Pepe Scioli fue el fusible que tuvo que saltar ante el apriete K, ya que era el principal promotor del operativo despegue que en algún momento intentó instrumentar el gobernador provincial el año pasado y que quedó trunco. Pero aquellos que conocen a los hermanos Scioli aseguran que difícilmente pierdan el contacto: a ellos los une algo más que el vínculo familiar.
La secretaría general de