Panorama político bonaerense

Las riesgosas simulaciones de Scioli

Lo cierto es que el gobernador sigue con sus simulaciones para que otros hablen.
Lo cierto es que el gobernador sigue con sus simulaciones para que otros hablen.

Por Martín López Lastra

 

 

Sobre el final de los resabios del duelo, se despiertan y reactivan los mil y un modos de la rutina política y, específicamente, la reconstrucción de poder dentro del kirchnerismo.

 

Detrás del velo que imponía Néstor Kirchner aparecen los matices constitutivos del proyecto que quieren ahora reforzar identidad. Pero en un plano de igualdad de condiciones, generando un clima deliberativo que amenaza con profundizarse con el correr de los días.

 

En ese sentido debe inscribirse tal vez la diferenciación que Daniel Scioli promueve de manera sutil que, en algún momento, necesitará de mayor energía para sustentarla.

 

A ese silencio -admirable por la situación difícil- respecto del aval para la reelección de Cristina en 2011, pese a los sondeos altamente favorables, le siguieron otros episodios.

 

Esta vez hizo jugar a su ministro de Economía, Alejandro Arlía, considerado por muchos sciolistas como el mejor funcionario del gabinete, quien salió a cruzar a su par de Nación, Amado Boudou, por las interpretaciones acerca de la inflación. Arlía -quien sólo pronosticó un 8,9 por ciento de inflación para el presupuesto 2011 y una cifra mucho menor para el cálculo de recursos de este año- indicó que hay una variación sustancial de precios.

 

No se sabe si esto fue deliberado, pero este mensaje de Arlía por canales oficiales fue funcional a medios considerados hegemónicos a los cuales el kirchnerismo les ha declarado una guerra sin retorno.

   

El cruzamiento de Arlía a Boudou presionó a gran parte del gabinete nacional para fijar postura en favor del primero. Aníbal Fernández y Florencio Randazzo también alimentaron la agenda de algún grupo mediático que quiere cobrarse la cabeza del titular de Hacienda de Nación.

   

Igualmente, Arlía fue moderado en sus expresiones. Desde una lógica con la cual no comulga la oposición, un reconocimiento a los cuatro vientos de una realidad inflacionaria puede desequilibrar las variables. Si los gobiernos nacional y provincial ratifican un estado inflacionario, se promoverá en todos los sectores productivos una cultura inflacionaria. Esto significaría correcciones a largo plazo en decisiones desde grupos industriales e inversores externos. Y sin inversión no hay crecimiento.

 

En la Provincia tratan de "vender" la imagen de un Estado que atrae negocios productivos. En ese sentido, una situación inflacionaria supone serios riesgos.

   

Pero, por otro lado, el desconocimiento de una variación de precios forjaría la imagen de un gobierno aislado de la realidad. Sobre todo de los más pobres. Esos sectores a los cuales el ministro y (¿aún?) candidato a gobernador, Amado Boudou, pareció ignorar con su interpretación sobre la inflación.  Además, está del otro lado la presión del conflicto social por el incremento de los salarios estatales, basados en ese incremento de precios.

   

Pero Arlía, sin querer o deliberadamente, optó por una vía política de diferenciación que finalmente operó sobre un ministro nacional y no sobre el Gobierno.

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