El país

Más acá del horizonte

CAPITAL FEDERAL, Febrero 06.-( Por Mario Wainfeld) La coyuntura fuerza las tácticas de las oposiciones. Miradas sobre la Presidenta. Rezongos de dirigentes peronistas. La designación del vice: cálculos y una hipótesis tan sorpresiva como extendida. Lo que quiere Scioli, lo que puede, lo que pide. Sabbatella, en discusión. Las corporaciones, que también participan.

 

Los diagnósticos concuerdan en el abanico político, aunque a veces no se sinceren en público. Hoy día, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lleva gran ventaja a sus competidores, sería puntera en primera vuelta y hasta podría ganar sin ballottage. En la Ciudad Autónoma, en cambio, hay segunda vuelta clavada, máxime (pero no exclusivamente) si el jefe de Gobierno Mauricio Macri cumple su anuncio de ir por la presidencia. El PRO porteño va primero, pero muy lejos del 50 por ciento necesario. Así las cosas, todas “las oposiciones” nacionales tienen dos tareas por delante: llegar al segundo lugar del podio y polarizar al interior del electorado “contrera” para superar la marca del 30 por ciento, hoy distante. El juego de la silla pero, además, una diferenciación enérgica que concentre el voto opositor.

 

En la Capital todos deben imaginar candidatos que sirvan para la segunda vuelta, esto es que imanten ciudadanos independientes o alineados con otras fuerzas.

 

En términos más generales, la inercia o continuidad de lo vigente resiente las chances de alternancia nacional. La primera consigna táctica para quienes lo ansían es cambiar el escenario. Es racional, entonces, la UCR cuando arma una preinterna, adelantando la instalación de un pretendiente. También es lógica la jugada de Macri de mostrarse como alternativa, tanto como el afán de los peronistas federales de uncirse a su carro. El tablero debe moverse, lo procuran. De ahí a que las movidas sean las óptimas o siquiera exitosas media un campo. En materia electoral la eficacia sólo se corrobora con el escrutinio.

 

Las grandes corporaciones, jugadas contra el oficialismo, también participan en las elecciones. Es poco serio armar el horizonte del año sin incluirlas en el análisis. No atraviesan su mejor momento, están despechadas por las irremediables divisiones de los partidos opositores. Y su cohesión interna deja mucho que desear. La Mesa de Enlace a veces parece tener tres patas, a menudo extrovierte diferencias intestinas, su lockout triguero pasó sin pena ni gloria ni desabastecimiento, ni movilización. La interna de la Unión Industrial Argentina (UIA) está atrancada. En el devenir democrático las grandes patronales se debilitan, habrá que ver adónde las deriva tal carencia.

 

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Miradas hacia el Palacio: En el Frente para la Victoria (FpV) cunde un optimismo general, mechado con enigmas acerca de estratégicas decisiones presidenciales. Todos pispean qué pasa en Olivos, empezando por el estado de ánimo de Cristina Kirchner, siguiendo por sus favoritismos actuales, su libro de visitas, las acciones por venir.

 

El cronista dialogó con miembros del gabinete, parlamentarios de primer nivel, algún gobernador, figuras de consulta. En general, las lecturas concuerdan. Se resumirán manteniendo la incógnita de las fuentes. “Cristina está de mejor ánimo”, cantan a coro. Mantiene el duelo en su vestimenta pero “pasó de la angustia al dolor”, según describe un contertulio usual de Olivos. La quiere bien, al unísono la necesita como líder y como candidata. Se la ve más serena y sonriente en actos y discursos, se entretuvo haciendo el simulacro de pegar con guantes a una boxeadora. Suena asombroso que un cuadro político de larga militancia, abandone una candidatura que es la llave de la continuidad de un proyecto con el que está consustanciada y que en este recodo del camino, ya se nombra como “kirchnerismo”. Sería exótico, hasta inverosímil... todos asienten aunque miran igual.

 

Más concernidos por los detalles, varios dirigentes peronistas rezongan porque los compañeros (ellos mismos, sus pares) tienen poca acogida en la Casa Rosada y en Olivos. Atisban un giro al “progresismo” (en sus palabras) o hacia un “neocristinismo” (en las del cronista) que les hace fruncir el ceño. Posiblemente exageran su ostracismo y su visión conspirativa. Disparan dardos contra la creciente influencia de protagonistas como la ministra Nilda Garré o el secretario Juan Manuel Abal Medina. No son “del palo”, diagnostican en público, lo que es un modo de peticionar.

 

Los gobernadores y los intendentes peronistas, quizá no todos, se perciben extrañados del círculo de decisiones. El ministr

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