CAPITAL FEDERAL, Octubre 21.-(Por Mario Wainfeld) La partida de Kirchner y la masividad del dolor. La voz de los manifestantes, agradecimientos y política. Un abanico social y generacional. Peronismo y algo más. La vacancia a cubrir. Los peronistas federales, mirando.
Dos sorpresas fundacionales se sucedieron desde el miércoles: la muerte del ex presidente Néstor Kirchner y la respuesta popular que la siguió. Ambas reconfiguran el escenario que existía el martes, cuyas vigas maestras subsisten y deben recordarse para empezar a imaginar lo que vendrá.
La pérdida de un líder que cambió la tendencia, hiperpresente e hiperkinético, golpea e interpela a su fuerza. El mensaje popular (identidad, pertenencia, compromiso político, apoyo decidido a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner) le insufla vigor, redefine su potencial, alerta a propios y ajenos.
La fortaleza de
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El martes sus adversarios daban por sellada la derrota electoral del Frente para
Una muchedumbre se volcó a las calles desde el primer instante, sin que mediara feriado nacional o suspensión de actividades. “No la convocamos nosotros, jamás nos hubiera salido tan bien”, autorretrata, ironiza, asume un importante dirigente oficialista. Cientos de miles dejaron sus asuntos cotidianos, pusieron el cuerpo y el alma. Conviene repensar un poco sobre su decisión consciente y su clamor, aun con la precariedad de la primera mirada.
Fueron, casi todos por la libre, a dar cuenta de su existencia y su dolor. A colocar ofrendas, a decir, de cien modos, “fuerza Cristina”. Algunos con el gesto, otros con la consigna, otros cantando o improvisando breves discursos, haciéndose dueños de
“Fuerza Cristina” es una apelación política, significa algo bien diferente de un pésame. Es un reclamo y una promesa: hay que seguir y acá estamos.
La religiosidad peronista se plasmó en pequeños presentes, en la parva de cartas o mensajes dejados por personas de a pie, muchas de las cuales no son ni se piensan justicialistas. Pero la muchedumbre expresó una tonalidad más transversal que peronista, configurada por un abanico social y generacional amplio, en el que primaron los jóvenes. El sinfín de gente tuvo que ver más con quienes festejaron el Bicentenario que con un acto peronista clásico: los más humildes, los trabajadores que viven al día pero bien, personas de clase media. Sus explicaciones son ilustrativas. Se movilizaron porque “recuperamos el trabajo” o “la dignidad”. O porque “queremos militar, participar en política”. A menos de nueve años de la hecatombe de
El martes, el FpV era la primera minoría, a buena distancia de la segunda. Sigue siéndolo, con mayor conciencia de sí misma y sabedora de que el espacio vacante no podrá ser llenado sólo por esa mujer a la que fueron a acompañar, a transfundirle energía y a indicarle un rumbo, el ya elegido.
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Cristina Fernández le pidió a la mayoría de sus ministros que no viajaran a Río Gallegos, que se quedaran para empezar a trabajar el lunes temprano. La acción de gobierno es el bastión del kirchnerismo y de ella dependerá una fracción relevante de su porvenir.