El país

Un vistazo bajo el sol

CAPITAL FEDERAL, Enero 30.-(Por Mario Wainfeld) A nueve meses vista, más incógnitas que en otras elecciones. Cómo fueron llegando los principales candidatos. La Presidenta, de la montaña rusa a la ventaja relativa. La interna radical, desafío al oficialismo, a los “federales”. Cobos, la dilución de un presidenciable. El otro PJ, dilemas varios. El verano, la economía, una inédita herencia para quien gane.

 

Quieras que no, enero va terminando y se abrevia la distancia hasta las elecciones, restan menos de nueve meses. Claro que es tiempo sobrado para imprevistos y novedades, acá y en el resto del mundo, como lo prueba el “efecto Atocha”, pero las coordenadas se van demarcando. De cualquier forma el nivel de incertidumbre es alto, comparado con la mayoría de los precedentes locales. Las oposiciones alegan que no es seguro que se cumpla la nueva ley electoral. Su sospecha tiene fundamentos históricos, porque la desaprensión por las reglas es una costumbre extendida, que incluye al kirchnerismo, lo antecede y lo trasciende. La cultura política autóctona es muy lábil respecto de las normas, en surtidas tiendas. Mauricio Macri, por caso, especula en público con la fecha de los comicios porteños en función exclusiva de su conveniencia, sin menor consideración por la lógica institucional. Además, el jefe de Gobierno cavila, también en voz alta, acerca de la posibilidad de apelar a una candidatura trampolín o preservativo (elija usted el mote) que lo palanquee hacia la presidencial. La ciudadanía suele ser poco crítica con esos manejos: los convalida cuando los intenta su favorito, los denuesta en otros casos. Nadie se privó de enjuagues desprolijos, en el ámbito local ni en los provinciales, no hubo voto castigo automático, ni mucho menos. Los adelantos más conspicuos (Raúl Alfonsín en 1989 para perder ante Carlos Menem, este gobierno en 2009) funcionaron como boomerang.

 

Bosquejar los escenarios es, pues, un ejercicio de anticipación con muchas incógnitas. De cualquier modo, no todo es indeterminación. Los potenciales candidatos con mejores perspectivas tienen capital acumulado. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri lograron éxitos aplastantes en 2007, ya por entonces el empresario–heredero deshojaba su margarita. El gobernador Daniel Scioli, cómodo ganador hace cuatro años, parece haberse resignado a su destino bonaerense aunque sobran quienes lo tienten a desafiar a la Presidenta. La tripleta radical se fue colocando en el último trienio, en paralelo con un resurgimiento moderado pero constante de su partido: Julio Cobos en 2008, Ricardo Alfonsín y Ernesto Sanz en 2009. Fernando “Pino” Solanas ofrece su alternativa asentado en su sorpresivo rush porteño en los últimos comicios. Los peronistas federales, muy devaluados en conjunto, supieron de tiempos mejores: no son novatos.

 

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Hoy y aquí: El Frente para la Victoria (FpV) es, con la foto de hoy, el favorito en primera vuelta y aun para coronar. Tras primeros cuatro años de ascenso sostenido, se montó en una montaña rusa con avatares que se hubieran llevado puestos a otros gobiernos menos sustentables y potentes para reaccionar ante las dificultades. Viene escalando desde comienzos del año pasado, tras pasar “el affaire Redrado” y el sofocón de las bravatas opositoras en el Congreso. La presidenta Cristina está en su mejor posición relativa en imagen e intención de voto desde que comenzó la crisis del “campo”, buena nueva para su fuerza estar en pole position en la (ya se dijo) muuuuy larga recta final.

 

El radicalismo preservó aun durante la máxima malaria el rol de segunda fuerza en cargos representativos, ejecutivos o parlamentarios, locales o nacionales. La UCR y el FpV son los dos únicos partidos con implantación seria en todas las provincias, estructura partidaria federal y capacidad logística para una compulsa nacional.

 

El Peronismo Federal nació y ¿sobrevive? esperando a un Godot-salvavidas. No lo fue Carlos Reutemann, ahora sería Macri. Reutemann desistió de postularse para la Rosada varias veces, Macri le va a la zaga pues lo hizo solo una. Para los compañeros disidentes su incorporación sería la diferencia entre la entropía y la existencia. El líder de PRO, a su vez, necesita algunos andadores en provincias porque su fuerza no tiene mayor existencia allende la avenida General Paz, a la que su política municipal anhela convertir en el zanjón de Alsina. El pragmatismo tira más que una yunta de bueyes, incluso que el sesgo gorila de “Mauricio”, que le insufla oxígeno con el electorado capitalino pero que pianta votos justicialistas extramuros. Es verosímil que haya una coalición aunque, a esta altura de la soirée, no es clavado que lo acompañen algunos de los caciques federales (el PJ-otro tiene más tribus que afiliados y más jefes que tribus). Los sanluiseños Rodríguez Saá y el chubutense Mario Das Neves tienen cara de sumarse sólo a un proyecto ganador o como piso muy viable: no está escrito que se comidan a ser segundones de una coalición transitoria y sin historia si los números no dan.

 

Todas las ponderaciones que se hacen en esta nota confiesan su provisoriedad, aunque intentan no ser arbitrarias. Con los antecedentes y los números disponibles puede suponerse que el FpV y la UCR son los partidos mejor colocados

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